La Iglesia Católica ha dado más apoyo financiero y social al estudio de la astronomía por más de seis centurias, que ninguna otra institución en el mismo tiempo, y, probablemente, que todas las instituciones juntas; esto ha sido desde la Baja Edad Media hasta la Ilustración”.

Con esta afirmación contundente, J.L Heilbron comienza su libro sobre el uso de las catedrales como observatorios de astronomía (The Sun in the Church. Cathedrals as Solar Observatories. Harvard University Press, 1999).



Lo tomo del artículo “10 sacerdotes astrónomos que estudiaron los cielos”:



http://www.forumlibertas.com/fronten..._noticia=14413

Recomiendo también estos otros. Estoy seguro que en ForumLibertas les encantará si los enlazas en tu página de apologética:
De Laponia a China: la epopeya científica de los astrónomos jesuitas

http://www.forumlibertas.com/fronten..._noticia=13044
¿Quién descubrió el panda y otros miles de especies? 3 misioneros zoólogos y botánicos en China

Avances en la ciencia botánica: tres misioneros naturalistas del s.XIX - Forum Libertas
Un cura y un cañón: Gassendi, entre Descartes y Galileo, mide el sonido


http://www.forumlibertas.com/fronten...d_noticia=6761
El primer Centro de Matemáticas Avanzadas lo hizo la Iglesia: la Escuela Matemática de Amberes


http://www.forumlibertas.com/fronten...d_noticia=6568
Marin Mersenne, el monje que inventó la comunidad científica


Marin Mersenne: el monje que inventó la "comunidad científica" - Forum Libertas
José de Acosta: un cura evolucionista tres siglos antes de Darwin


http://www.forumlibertas.com/fronten...d_noticia=6403
¿El Código Paccioli? El secreto del fraile amigo de Leonardo

¿Cobrar por colocar su deuda pública? - Forum Libertas
El Papa Gerberto de Aurillac, un mártir de la ciencia


El Papa Gerberto de Aurillac, un mártir de la ciencia - Forum Libertas
Como los jesuitas llenaron Europa de científicos


Cómo los jesuitas inundaron Europa de científicos - Forum Libertas
Michael Heller, matemático, cura y fiósofo: premio Templeton 2008

A Dios por las matemáticas: Premio Templeton 2008 al filósofo y sacerdote Michael Heller - Forum Libertas
Físico cuántico D’Espegnat (2009): “provenimos de una entidad superior”

El físico cuántico Bernard d'Espegnat recibe el premio Templeton de Religión - Forum Libertas
La hermana Pajchel: física y dominica a la caza del Big Bang

http://www.forumlibertas.com/fronten..._noticia=11894

Por cierto desde hace tiempo estoy refutando leyendas negras como que el papa León XII condenó la vacuna anti-viruela por ”antinatural” o que la iglesia prohibió los pararrayos y la disección de cadaveres.

+++


Felipe II creó, a propuesta del arquitecto Juan de Herrera, la Academia de Matemáticas de Madrid en 1583.

Felipe II creó, a propuesta del arquitecto Juan de Herrera, la Academia de Matemáticas de Madrid en 1583. Hoy sabemos que la actividad científica de España en esos siglos fue intensa.
Conocemos los inventos de Juanelo Turriano y Blasco de Garay, o la expedición de Francisco Hernández. Empezamos a conocer también, gracias al catedrático de Valladolid Nicolás García Tapia, los numerosos estudios tecnológicos de la época y los nombres de sus autores: Zubiaurre, Lobato, Lastanosa. “Felipe II adoptó siempre una profunda labor de mecenazgo en el nacimiento y desarrollo de numerosas iniciativas científicas.

Todo ello en tres grandes centros de poder que caracterizaron su reinado: Aranjuez, El Escorial y Madrid. Aranjuez, como equivalente de las grandes obras de ingeniería renacentistas. El Escorial, como gran centro de recepción y difusión del saber, con la biblioteca que recogía todos los saberes de la época y las prácticas experimentales que allí se realizaron. Madrid, escenario de la corte, centro de la política imperial, a la vez que núcleo aglutinador de los principales científicos cortesanos del momento, contratados para resolver las necesidades de la monarquía.

Imaginemos una corte cuyo rey, quizás empujado por su afán coleccionista, hacía, entre otras cosas, que diferentes personas se encargaran de comprar textos en Italia; una corte en la que los inventores debían de dejar una copia de sus inventos en el Alcázar o en el Escorial; donde alquimistas escudriñaban libros y realizaban sus experimentos en dependencias oficiales; donde había incluso una casa de destilación y una Academia de Matemáticas y Cosmografía.”

Tomado de

Ingenieros en la Corte de Felipe II » Felipe II, príncipe renacentista

Ver tb LIBROS: Felipe II, la ciencia y la técnica. nº 96


* José de Acosta, S.J. – 1600: Pioneer of the Geophysical Sciences

* François De Aguilon, S.J. – 1617: and his Six books on Optics

* Roger Joseph Boscovich, S.J. – 1787: and his atomic theory

* Christopher Clavius, S.J. – 1612: and his Gregorian Calendar

* Honoré; Fabri, S.J. – 1688: and his post-calculus geometry

* Francesco M. Grimaldi, S.J. – 1663: and his diffraction of light

* Paul Guldin, S.J. – 1643: applications of Guldin’s Rule

* Maximilian Hell, S.J. – 1792: and his Mesmerizing encounters

* Athanasius Kircher, S.J. – 1680: The Master of a Hundred Arts

* Francesco Lana-Terzi, S.J. – 1687: The Father of Aeronautics

* Francis Line, S.J. – 1654: the hunted and elusive clock maker

* Juan Molina, S.J.- 1829: The First Scientist of Chile

* Jerôme Nadal, S.J.-1580: perspective art and composition of place

* Ignace Pardies, S.J. – 1673: and his influence on Newton

* Andrea Pozzo, S.J. – 1709: and his perspective geometry

* Vincent Riccati, S.J. – 1775: and his hyperbolic functions

* Matteo Ricci, S.J. – 1610: who brought scientific innovations to China

* John Baptist Riccioli, S.J. – 167I: and his long-lived selenograph

* Girolamo Saccheri, S.J. – 1733: and his solution to Euclid’s blemish

* Theorems of Saccheri, S.J. – 1733: and his non Euclidean Geometry

* Johann Adam Schall von Bell, S.J. – 1669: Astronomy and the calendar

* Christopher Scheiner, S.J. – 1650: sunspots and his equatorial mount
* Gaspar Schott, S.J. – 1666: and the experiment at Magdeburg
* Angelo Secchi, S.J. – 1878: the Father of Astrophysics

* Joseph Stepling, S.J. – 1650: symbolic logic and his research academy

* André; Tacquet, S.J. – 1660: and his treatment of infinitesimals

* Pierre Teilhard de Chardin, S. J. – 1955: and The Phenomenon of man

* Ferdinand Verbiest, S.J. – 1688: an influential Jesuit scientist in China

* Juan Bautista Villalpando, S.J. – 1608: and his version of Solomon’s Temple

* Gregory Saint Vincent, S.J. – 1667: and his polar coordinates
* Nicolas Zucchi, S.J.- 1670: the renowned telescope maker
Influence of Some Early Jesuit Scientists

* The 35 lunar craters named to honor Jesuit Scientists: their location and description

* Post-Pombal Portugal opinion of Pre-Pombal Jesuit Scientists: a recent conference

* Seismology, The Jesuit Science. a Jesuit history of geophysics

+++


Título: La ciencia y la Iglesia en la Edad Media
Autor: Dr. James Hannam
Original en inglés: Science and Church in the Middle Ages -2007-

La filosofía natural, o la ciencia natural, como fue llamada algunas veces, fue uno de los temas claves enseñados en las universidades medievales y también algo que se ejercitaba en las mentes de los estimados doctores en teología como Tomás de Aquino, Alberto Magno y Nicolás de Oresme, todos ellos escribieron comentarios sobre Aristóteles que no incluían ideas religiosas [1].

Esto va en contra de la visión popular de la Edad Media considerada como una era oscura para la ciencia, dominada por la regla de la fe y aplastando la “luz de la razón”. Los críticos más profanos han seguido el ejemplo de los primeros humanistas como Erasmo, quienes se burlaban de los “conceptos, relaciones, instantes, formalidades, esencias y sustancialidades” [2] de la lógica y racionalismo escolástico. Así, este periodo ha sido maldecido, tanto por poner demasiado como muy poco énfasis en la razón. La Iglesia ha sido culpada de las supuestas deficiencias en la vida intelectual medieval, esto es llevado a cabo en su mayoría por la influencia de los escritores del siglo XIX como John Draper y Andrew Dickson White. Los argumentos en contra de su versión simplista, del gran conflicto entre la ciencia y la religión, en la actualidad se han tratado bastante y han salido a la luz:

«Draper se toma muchas libertades con la historia, perpetuando leyendas como si fuesen hechos, algo que en la actualidad se está evitando en el estudio serio de la historia. Casi lo mismo se puede decir de White, aunque su prominente aparato de prolíficas notas al pie de página podrían crear la impresión de que fue un meticuloso erudito.» [3].

A mediados del siglo XX, Lynn Thorndike mostró tanta disposición para corregir la impresión construida por Draper y White, que algunas veces cayó en exageraciones, acusando a sus predecesores de sostener “la vieja visión”, o mejor dicho, “presunción, de que todo científico medieval fue perseguido por la Iglesia.” [4] Pero hoy, las relaciones históricas entre la ciencia y la religión son en esencia una cuestión abierta. Las variadas respuestas dependen de los factores encontrados en los periodos y las culturas en particular y, en lo que toca a la Edad Media, en la extensión con que la Iglesia limitó o estimuló el pensamiento académico científico y los efectos que esto tuvo, si es que hay alguno.

Si analizamos la situación detenidamente, podríamos encontrar que la tensión creativa podría ser una descripción más precisa en las relaciones entre ciencia y religión, no sólo durante este periodo, sino en muchos otros también.

Durante la Edad Media, la infraestructura destinada a la educación fue supervisada, si no es que manejada por la Iglesia. Este papel, que significa haber actuado tanto como garante de la libertad académica, como de árbitro de sus límites, tendía a llevarse a cabo con un toque leve y asegurándose de poner a la gente adecuada en los puestos claves, combinado con la situación de las corporaciones autogobernadas de eruditos, esto dio independencia a las universidades de las influencias locales y la libertad para especular ampliamente en campos donde sus conclusiones eran altamente valoradas.

Notas:
pp. 191 ss., Grant E. God and Nature in the Middle Ages, Cambridge 2001
p. 88, Erasmus: In Praise of Folly, (Radice (trans.)), London 1993
p. 15, Russell C., The Conflict of Science and Religion, in Encyclopedia of the History
p. 949, vol II, Thorndike L., “History of Magic and Experimental Science”, New York 1923-1958




Las universidades.

La noción previamente desconocida de universidad como una institución académica autogobernada, no apareció sino hasta la Edad Media y puede decirse que fue uno de los más importantes avances en la historia de las ideas. Existieron modelos previos de educación e investigación, como el Museo de Alejandría que respondía al gobernante, las escuelas de Atenas que le respondían a un solo erudito y las madrazas del Islam, cuyas actividades fueron rígidamente limitadas por las leyes religiosas y los deseos de sus fundadores [1], pero ninguno de estos casos fue equivalente al nuevo concepto de la universidad europea.

Una vez que las escuelas en las catedrales fueron más allá del entrenamiento del clero, se encontraron con la necesidad de tener maestros respetados con el fin de atraer estudiantes que aportaran cuotas, el resultado de esto fue un cambio en el poder, del cabildo de la catedral a los estudiosos mismos. Para finales del siglo XI ya se estaban aplicando los nuevos desarrollos en las leyes civiles y canónicas para formar la universitas o corporación, el término real para una universidad académica fue studium generale, de forma similar a los gremios, que también aparecieron en este periodo [2]. El concepto vital fue que esta corporación tenía una personalidad legal distinta, separada de sus miembros, lo que les permitía mostrar una sola cara al mundo exterior, mientras que era capaz de gobernar con independencia las labores de la organización, desde dentro.

Cualquier ciudad o estado estaban deseosos de otorgar privilegios considerables a un grupo de eruditos, de tal manera que a la universidad se le concedió cierta inmunidad legal y privilegios, los cuales fueron posteriormente reconocidos internacionalmente por el Papa, quien, por ejemplo, otorgó su bendición a Oxford en 1254 [3]. Aún más, los maestros necesitaban estudiantes para así poder fundar una universitas por su cuenta. Así, Bolonia, generalmente reconocida como la primera universidad, fue una corporación de estudiantes (universitas scholarium), mientras que Oxford y París fueron corporaciones de maestros (universitas magistrorum). No existen documentos fundacionales para estas primeras instituciones, posteriormente, las universidades de la Edad Media fueron creadas específicamente por las localidades o los gobernadores por medio de cartas que nos dan una buena idea de lo que era considerado las formas usuales. De las primeras universidades, Bolonia comenzó como una escuela secular de leyes para el estudio del Corpus Juris Civilis de Justiniano, que había sido recién redescubierto [4], mientras que Oxford y París se desarrollaron como una asociación libre de maestros clérigos privados [5]. Disputas posteriores llevaron al éxodo de estudiantes y maestros de Bolonia a Padua [6], entre otros lugares, mientras que Cambridge fue fundada tiempo después, debido a una migración similar de Oxford.


Para el siglo XIV, la universidad se convirtió en el centro de la vida intelectual europea, con la aparición de nuevas fundaciones académicas, especialmente cuando los reyes y obispos deseaban aumentar su propio prestigio. Incluso trataron de atraer a eruditos establecidos en otras universidades con la promesa de la seguridad [del puesto] y privilegios, como cuando Enrique III trató de tentar a los maestros de París para llevárselos a Inglaterra. [7] Como la antigüedad favorecía la autoridad, las primeras universidades afirmaron tener características casi míticas en sus fundaciones. Se decía que Alfredo el Grande había patrocinado a Oxford, que Carlomagno había fundado París, y el Emperador Romano Teodosio II había decretado la fundación de Bolonia, la más antigua de todas. [8]

Las universidades que se fundaron después necesitaron ganarse una posición, por medio de la calidad de sus eruditos y por el reconocimiento de un papa o un emperador, pero no todas fueron exitosas, como la de corta duración en Piacenza [9]. En cuanto a los alumnos, desde aquellos tiempos ya se quejaban con regularidad por las cuotas [10], y daban pie a la percepción popular, reproducida por Chaucer en The Miller’s Tale y The Reeve’s Tale, de no tener seriedad, o según Álvaro Pelagio [11], de ser unos vagos buenos para nada o violentos golpeadores. El tiempo tan largo que pasaban fuera de sus casas para obtener un grado académico, la necesidad de fondos o beneficios para pagar las cuotas y, probablemente, el aburrimiento, significaba que la tasa de deserción era muy alta, con sólo una pequeña proporción de estudiantes que completaban incluso el primer grado académico, ya ni hablar del doctorado en leyes, teología o medicina. Por otro lado, también era muy alto el número de estudiantes que permanecía por un año o dos, para abandonar después, saliendo con un nivel de educación de medio a alto que les ayudaba a encontrar una buena ocupación laboral.

Se estima que el número de personas que obtenía alguna experiencia en la universidad en Europa occidental, antes de la Reforma, era muy alto, aproximadamente unos 750 mil, lo que constituía una población sustancialmente instruida [12].

Otro factor importante en el desarrollo de las universidades fue su adopción por las órdenes mendicantes. Tanto franciscanos y dominicos vieron que su misión era la predicación, y para esto requerían hermanos bien educados quienes trataran temas difíciles con soltura. Se dio una rivalidad intelectual entre las dos órdenes, la cual llevó a la competencia entre ellos para que sus hermanos fuesen elegidos en los cargos de las universidades. El interés que tuvieron estas ricas y poderosas órdenes en el éxito de las universidades benefició a todos en general, en prestigio y en proveer de formas útiles a los estudiosos para continuar las carreras de su elección. Aunque los individuos de las órdenes mendicantes no tenían dinero, se les consideraba miembros valiosos en sus órdenes quienes posteriormente pagarían sus cuotas académicas con trabajo magisterial. Por lo tanto, para el estudiante que pasaba tantas dificultades durante tantos años, requeridos para obtener finalmente el doctorado en teología, el unirse a los frailes era una buena idea [13].

Notas:

p. 75, Huff T, “The Rise of early Modern Science”, Cambridge, 1995
p. 134, Huff T., “The Rise of early Modern Science”, Cambridge, 1995
p. xlii, Gibson S. (ed.), “Statuta Antiqvua Vniversitatis Oxoniensis”, Oxford, 1931
p. 123, Huff, T., “The Rise of early Modern Science”, Cambridge, 1995
p. 125, Kibe P. y Siraisi N., “The Institutional Setting: The Universities, in Science in…”
p. 10, vol II, Rashdall H, “The Universitues of Europe in the Middle Ages New Edition, …”
p. 278, Southern RW, “Western Society and the Church in the Middle Ages”, London…
p. 142, vol. I, Rashdall H., The Universities of Europe in the Middle Ages New edition,…
p. 38, vol II, Rashdall H., The Universities of Europe in the Middle Ages New edition,…
p. 277, Southern RW, Western Society and the church in the Middle Ages, London…
p. 173, Thorndike L., University Records and Life in the Middle Ages, New York, 1971
p. 37, Grant E., Foundations of Modern Science in the Middle Ages, Cambridge 1996
p. 294, Southern RW, Western Society and the Church in the Middle Ages, London…

El estado del conocimiento científico.

Para el comienzo del siglo XIII, muchos de los trabajos sobrevivientes de los antiguos griegos habían sido recuperados en el Occidente latino, así como los comentarios y los avances hechos por los árabes quienes fueron más que simples transmisores. La supremacía de Aristóteles como “el Filósofo” se estableció firmemente en la Europa occidental de 1300, aunque no sin resistencia, especialmente en la forma en que sus ideas fueron adaptadas por Averröes, su comentador árabe. Inocencio II condenó la filosofía natural de Aristóteles en 1210 [1], y cuando esto tuvo poco efecto (disuasivo), se formó un comité en París en 1231 para depurar de ideas heréticas el corpus aristotélico, de tal manera que fuese adecuado para la enseñanza [2]. El que este plan haya dado frutos, no es claro con certeza, y en 1255 sus trabajos regresaron al syllabus [3] [es decir, regresaron a los programas de estudio]. Entonces se manifestó una crisis, aproximadamente en 1270, cuando muchas tesis derivadas de Aristóteles y Averröes, siguiendo las enseñanzas de Sigerio de Brabante en París, fueron declaradas heréticas tanto en París como en Oxford, las cuales se apegaron a la investigación del obispo Esteban Tempier convocada por el papa [4]. Los averroístas supuestamente trataron de insistir en la doctrina de la doble verdad, según la cual la filosofía y la teología se debían tratar de forma separada, pero esto fue absolutamente condenado [5]. Las 219 tesis condenadas por Tempier en París, en 1277, se ha convertido en un fetiche en el estudio de la filosofía escolástica natural, ya sea sosteniendo que representa un ejemplo de censura eclesiástica o, después de Pierre Duhem, como el momento en que la ciencia se liberó de la mano de Aristóteles [6].


A la condenación de 1277 le tomó muchas décadas tomar efecto, no sólo entre los averroístas, quienes fueron incluidos dentro de las prohibiciones, sino también entre algunos de sus oponentes. Se habían dado cuenta que, mientras que Aristóteles proponía la solución a muchos problemas, también necesitaba ser cristianizado, y este trabajo fue perfeccionado por Tomás de Aquino, quien al rechazar el averroísmo extremo, rehabilitó las ideas de Aristóteles para hacerlas seguras para el consumo cristiano. Tomás de Aquino ya había muerto cuando se promulgaron las condenas de 1277, y no sólo se incluyeron muchas de sus opiniones, sino las de uno de sus discípulos, el muy estimado canónigo agustino Gil de Roma, quien encontró que cincuenta y uno de sus artículos de sus comentarios a un libro de Pedro Lombardo, las Sentencias, fueron condenados por Tempier. Gil, quien había combatido las doctrinas radicales de los averroístas, sintió que había sido estrictamente ortodoxo, se defendió y se negó a desdecirse [7]. El caso parece haber sido suspendido después de que Gil dejó París por propia voluntad, pero en 1285 el Papa Honorio IV pidió a la universidad que reconsiderara su caso, incluso cuando no existe registro alguno de Gil realizando alguna apelación, y así fue rehabilitado [8]. Este episodio no pareció tener un impacto negativo sobre la carrera futura de este personaje, la cual terminó siendo el Arzobispo de Bourges. Aquino fue canonizado por Juan XXII en 1323, lo cual tuvo el efecto de que su trabajo fue considerado libre de herejías y las condenaciones de 1277 fueron reinterpretadas en consecuencia. Parecía que la síntesis entre el aristotelismo moderado y el Cristianismo fue victoriosa, aunque esto no previno que se apoyaran muchas otras ideas filosóficas en los años subsiguientes, y Aquino mismo no gozaba de la reputación de “Doctor Universal” de la Iglesia, hasta la contrarreforma, cuando Pío V le otorgó este título.

El que Aristóteles fuese falible, ya se sabía desde hace mucho tiempo. Tolomeo encontró que necesitaba ensanchar su cosmología de ciclos puros con epiciclos, y otras adiciones, incluso cuando éste sostenía un sistema geocéntrico [9]. Juan Filopón, alejandrino del siglo VI, notó que los objetos pesados no caían más rápido que los ligeros, como el Filósofo afirmaba que debería ser [10]. Cuando Aristóteles fue redescubierto en Occidente, rápidamente se estableció que cuando existiesen conflictos entre su filosofía y la fe cristiana, ésta última debía prevalecer. Esto no fue una desventaja, pues en el tema de la ciencia física la fe realmente no tenía mucho que decir. La Biblia podía leerse de forma no literal cuando fuese necesario, como Agustín mismo lo recomendó, así que Guillermo de Conches pudo decir que el registro del Génesis no era literal [11], casi todos estaban de acuerdo en que la tierra era esférica, incluso cuando en la Biblia parece implicarse una tierra plana, pero donde Aristóteles y la fe entraban en claro conflicto, como en la afirmación del filósofo de un mundo increado y eterno, se debilitaba su autoridad y se permitía que sus ideas fuesen cuestionadas, esto abrió la puerta a la idea del desarrollo de un cuerpo de conocimiento, el cual frecuentemente se asume que estuvo ausente en la visión medieval [12].

Mientras que ciertamente no hubo un sentido baconiano de un proyecto de mejoramiento humano, el hecho de que las ideas se discutían, se criticaban y se rechazaran, sugiere el deseo de nuevo conocimiento y no sólo el simple comentario a un corpus existente, que supuestamente contenía todas las respuestas y de donde debían extraerse exclusivamente. En general, sin embargo, existió la propensión de los escolásticos a poner a la autoridad bajo observación, parodiado por Galileo [13] y vívidamente demostrado por la inhabilidad de los anatomistas anteriores a Andrés Vesalio para notar las deficiencias de los esquemas de Galeno que se habían impuesto.

Surgieron trabajos teóricos para mejorar las explicaciones acerca de la teoría del ímpetu, de la talla de un Juan Buridan, sobre las consideraciones de Nicolás de Oresme de una posible rotación de la tierra y eventualmente Copérnico movió el sol al centro del universo. Pero ninguno de estos hombres, y menos Copérnico, jamás realizaron experimentos u observaciones que pudiesen verificar sus hipótesis. Aún más, las conexiones entre estas ideas están muy lejos de ser claras y debemos ser cuidadosos de no impulsarlas gratuitamente unos siglos después con los positivistas o la versión de la historia de la ciencia de los “grandes hombres”. La ciencia durante la Edad Media fue en esencia un tema teórico y una rama de la filosofía, de aquí el término usual de filosofía natural. Aunque Roger Bacon, Alberto Magno y Nicolás Oresme alababan el concepto de la experiencia, la observación controlada, la experimentación y la labor tecnológica, éstas no fueron materias en las que el académico de la filosofía natural se involucrara, no le gustaba ensuciarse las manos y en vez de esto realizaban experimentos mentales para analizar situaciones y aparentemente nunca buscaba repetir el proceso en el mundo real [14]. Por supuesto, la relación exacta entre la filosofía natural y la realidad física permanece siendo todavía un misterio. Siguiendo a los antiguos griegos, el escolástico practicaba el instrumentalismo con el fin de salvar las apariencias de los fenómenos, significando que ellos deseaban construir explicaciones conceptuales sin preocuparse demasiado si correspondía o no a la realidad. Con el escepticismo de Guillermo de Ockham, en el siglo XIV, toda la ciencia natural fue reducida a hipótesis, las cuales la razón por sí sola no podía distinguir, esto tendió a un carácter extremadamente enrarecido para la filosofía natural. El tema se volvió más agudo en el Renacimiento, durante el debate de si el modelo heliocéntrico de Copérnico fue una ficción útil, o Copérnico implicó un paso que constituye un rompimiento vital con el pensamiento medieval [15] y hacia la forma en que realmente son las cosas. El método experimental se colocó en las tradiciones alquimistas y herméticas en lugar de la filosofía natural de las universidades [16]. Otros avances como la teoría de la velocidad media en los cálculos de Merton, los cuales describen el movimiento bajo aceleración uniforme, fue aplicado a toda clase de situaciones que podríamos considerar inapropiadas, tampoco parecen haber sido objeto de experimentación. La teoría de la velocidad media describe el movimiento de un cuerpo en caída libre pero nadie parece haberse dado cuenta de esto.

Notas:

p. 27, Thorndike L., University Records and Life in the Middle Ages, New York 1971
p. 39, Thorndike L., University Records and Life in the Middle Ages, New York 1971
p. 71, Grant E., Foundations of Modern Science in the Middle Ages, Cambridge 1996
p. 40, Thijssen JMMH, Censure and Heresy at the University of Paris, 1200-1400,…
p. 199, Grant E., Late Medieval Thought, Copernicus and the Scientific Revolution,…
p. 244, Duhem P., Essays on the History and philosophy of Science, Indianopolis 1996
p. 98, Thijssen JMMH, 1277 Revisited: A New Interpretation of the doctrinal Investigations of Thomas Aquinas and Giles of Rome,…
art. 633, Denfile H. y Chatelain E (eds.), Chartularium universitatis parisiensis, París…
p. 6, Stock B., Science, Technology and Economic Progress in the Early Middle Ages,…
p. 11, Stock B., Science, Technology and Economic Progress in the Early Middle Ages,…
p. 104, Huff T., The Rise of early Modern Science, Cambridge, 1995
Molland AG, Medieval Ideas of Scientific Progress, Journal of the History of Ideas,…
p. 308, Grant E., God and Nature in the Middle Ages, Cambridge 2001
p. 168 ss., Grant E., God and Nature in the Middle Ages, Cambridge, 2001
p. 212, Grant E., Late Medieval Thought, Copernicus and the Scientific Revolution,…
p. 588, Henry J., Magic and Science, in Companion to the History of Modern Science,…



La enseñanza de la ciencia en la universidad.

De forma típica, los nuevos estudiantes llegaban a la universidad a la edad de 15 años y eran matriculados en la Facultad de Artes de la universidad. Aquí les serían enseñados los temas considerados esenciales para abordar todo lo demás: la lógica y la filosofía natural fundamentados en los trabajos de Aristóteles. Después de tres o cuatro años de estudio, el estudiante debía proponer un debate académico, y si lo hacía exitosamente, se convertía en Bachiller de las Artes. Entonces, después de otro año o dos, tomaba parte en un debate final con su Maestro, y así tomaba el grado de Maestro de las Artes [M. A.]. Esto significaba que el estudiante podía ahora hacer dos cosas para continuar con su carrera académica, ya sea convertirse en maestro (Maestro Regente) en la Facultad de Artes en cualquier universidad, como lo permitía el ius ubique docendi (el derecho de enseñar donde sea) o comenzar a estudiar el doctorado en una de las facultades superiores de Medicina, Derecho Civil y Canónico, o Teología. Mientras que la mayoría de las universidades tenían una Facultad de Artes, pocas podían jactarse de enseñar los temas superiores, los cuales tendían a ser más especializados. Por ejemplo, Bolonia y Padua fueron reconocidas por sus escuelas de leyes, París por sus teólogos y Salerno por la medicina. Oxford, al menos, parece haber tenido facultades superiores en todas las materias antes de 1268. Después de muchos años más de estudio en la facultad superior, el estudiante podía finalmente ser admitido en el grado de Doctor, lo cual significaba que podía unirse a la facultad y comenzar a practicar. Muchas jurisdicciones prohibían practicar, escribir o investigar a los individuos que todavía no alcanzaban tal relevante grado profesional. Por ejemplo, existía una prohibición en contra de todo aquel que no fuese Doctor de Teología para realizar pronunciamientos sobre este tema [1] y muchos intentos fallidos para asegurarse que la labor médica sólo fuese practicada por profesionales calificados [2].

Nota de B&T: MA.- Magister Artium. Grado académico entre bachiller y doctor, actualmente en uso en muchas universidades del mundo.

Los estudiantes universitarios aprendían filosofía natural escuchando conferencias de un profesor y por sus explicaciones. De nuevo, el trabajo práctico era algo desacostumbrado, al menos fuera de la facultad de medicina, aunque los métodos reales de enseñanza permanecen todavía como algo no muy conocido en la actualidad como para realizar algún pronunciamiento categórico sobre la extensión en que los estudiantes eran impulsados a pensar de forma crítica acerca de lo que les era enseñado. Aristóteles fue considerado un tema muy difícil para los principiantes y así, existían una variedad de libros de texto, como De Sphera de Juan de Sacrobosco, y Perspectiva communis de Juan Peckman, los cuales fueron elaborados con propósitos pedagógicos. La extensión con la que el syllabus se desarrolló durante la época tardía de la Edad Media, puede juzgarse por los documentos de Oxford y a partir de especificaciones similares de París [3]

Nota de B&T: syllabus.- los temas estudiados en un curso en particular; el documento que en lista estos temas y declara la forma en que el curso será evaluado.

La versión más antigua disponible data de 1268 e incluye la antigua lógica, la que fue traducida al latín por Boecio en el siglo VI, y la nueva lógica, la cual no estuvo disponible sino hasta el siglo XII, así como la gramática de Prisciano y Donato. Para 1409 había sido incluida la Isagoge de Porfirio, un comentario sobre las categorías de Arisóteles, así como De Sphera. El syllabus de 1564, del Renacimiento tardío, incluye la adición de los clásicos latinos, especialmente Virgilio y Cicerón, probablemente bajo la influencia de los humanistas [4]. No debemos llevarnos la impresión, a partir de esta lista, que los programas eran actualizados cada 150 años, sino que el hecho de que los mismos libros se estudiaban por siglos no sugiere un cambio rápido en el cuerpo del conocimiento.

Notas:

p. 85, Thorndike L., University Records and Life in the Middle Ages, New York 1971
p. 200, Huff T., The Rise of early Modern Science, Cambridge 1995
p. 440, vol. 1, Rashdall H, The Universities of Europe in the Middle Ages New Edition,…
p. xcii, Gibson S. (ed.), Statvta Antiqva Vniversitatis Oxoniensis, Oxford 1931

La disciplina universitaria.

El mayor privilegio de ser estudiante o maestro universitario fue el haber sido tratado, ante la ley, como clérigo, lo cual significaba que tenían un alto nivel de inmunidad frente a la justicia secular y eran procesados por las mucho más suaves cortes eclesiásticas [1]. Además, una ventaja de las corporaciones autogobernadas fue que la universidad era responsable de sus propias disposiciones disciplinarias y raramente tenían que tratar con las autoridades exteriores. De aquí que la disciplina universitaria era en gran extensión “doméstica” y seguía las formas de la ley canónica, como fue establecida por Graciano en su Decretum.

Los estudiantes estaban sujetos a la disciplina de los estatutos universitarios, y es necesario mencionar que la mayoría de los casos en este nivel incluían ebriedad, fornicación y el bullicio del tipo que los estudiantes frecuentemente hacen cuando se reúnen y cuando están lejos del hogar, menos común hoy es el problema de los estudiantes que portan armas [2]. Bajo ciertas circunstancias, uno podía apelar a la corte del obispo local quien era responsable de la universidad y en última instancia lo era la curia.

Otra forma de disciplina era ejercida a través de los exámenes, y parece que al menos en la facultad de teología, el trabajo de un aspirante estaba sujeto a un examen de ortodoxia. Los exámenes para MA incluían debates orales sobre algún texto preestablecido, en el cual se requería que el candidato defendiese cierta posición mientras enunciaba también las posturas contrarias. Pero para el Doctorado en Teología existe evidencia de que se tenía que producir un trabajo escrito, el cual tenía que revisarse cuidadosamente por los examinadores, en cuanto a su ortodoxia, así como los signos de aptitudes para la erudición [3]. Si se encontraban opiniones heréticas en el trabajo del candidato, esto no lo hacía automáticamente hereje, sino que sólo necesitaba ser corregido. Esto no conllevaba ninguna desventaja permanente, como ya he mencionado con varios ejemplos [4], Gil de Roma terminó su carrera como Arzobispo a pesar de haber sido acusado de presentar opiniones heréticas en sus días de estudiante [5]. Así que no sólo la mayoría de los asuntos disciplinarios se trataban dentro de la universidad, sino también las consecuencias de éstos raramente salían de allí.

Una vez que se extraía una lista de los errores en el trabajo de algún estudiante, frecuentemente sucedía comentando las Sentencias de Pedro Lombardo, éste tenía la oportunidad de objetar y tenía a su disposición muchas oportunidades para su defensa. En el caso del teólogo nominalista, Jean de Mirecourt, poseemos la lista original de sus 63 tesis extraídas por el comité teológico de París, en sus comentarios a las Sentencias, así como la respuesta de Jean y la corrección final de 41 tesis, en las que estuvo de acuerdo en renunciar [6]. Las refutaciones de Jean fueron muy similares a las utilizadas por Gil de Roma y otros acusados. Jean se limitó a negar llanamente, sin mayores explicaciones, que no había dicho lo que le imputaban (esta defensa fue exitosa en los cinco casos que la utilizó), a su vez ofreció la explicación de lo que realmente quiso decir, insistió en que los supuestos errores no eran de hecho herejías o apeló a la autoridad de los Padres de la Iglesia. Tuvo tanto éxito que se desestimaron la mitad de los artículos, pero también se le abrió el proceso de algunos otros. Así, mientras Jean fue capaz de desviar aproximadamente 30 acusaciones, se encontró enfrentándose a 15 adicionales. El resultado final fue un convenio de mutuo acuerdo donde se incluían las retractaciones de Jean, así como las instrucciones del Canciller de la universidad prohibiéndole sostener, afirmar o defender tales opiniones de forma pública o privada [7].


Para el final de la Edad Media, las universidades se encontraban en una situación en la que habían preservado durante mucho tiempo su autonomía, y su reputación era tal que otros deseaban valerse de su experiencia. Esto fue especialmente cierto para la Facultad de Teología de la Universidad de París, la cual se consideraba casi como una fuente de ortodoxia y frecuentemente era consultada acerca de temas de su competencia. El caso de Simón de Fares a finales del siglo XV es ilustrativo. Simón fue el principal promotor de un mercado astrológico en Lyon que fue tan popular que incluso el rey mismo lo consultaba. Esto llevó a fricciones con el clero local, quienes usualmente se encontraban en estado de “tregua armada” con los astrólogos, y así, Simón fue presentado ante la corte del Arzobispo. Aquí probablemente se le haya acusado por haber utilizado magia, algo que estaba prohibido, y se le confiscó su colección de libros. Simón apeló al Parlamento de París, no al Papa, con el fin de que se le devolviesen sus libros, el caso fue llevado a su vez a la Facultad de Teología, ellos probablemente no sabían de qué trataban sus libros, así que no sabían si debían condenarlos. Los teólogos examinaron algunos de éstos durante algún tiempo antes de declarar que los libros de Simón eran sospechosos, incluso si otros eran permisibles [8]. Simón rechazó su recurso de apelación y el asunto no parece que haya tenido mayores consecuencias.

Notas:

p. 36, Grant E., Foundations of Modern Science in the Middle Ages, Cambridge 1996
p. 151, Gibson S. (ed.), Statvta Antiqva Vniversitatis Oxoniensis, Oxford 1931
p. 178, Courtenay W., Inquiry and Inquisition: Academic Freedom in the Medieval Universities,…
p. 180, Courtenay W., Inquiry and Inquisition: Academic Freedom in the Medieval Universities,…
p. 923, vol. II, Sarton G., Introduction to the History of Science, Baltimore 1931
p. 85, Thijssen JMMH, Censure and Heresy at the University of Paris, 1200-1400,…
p. 190, Coutenay W., The Condemnation oh John of Mirecourt: Its Original Form,…
p. 335, vol. 2, Boudet J-P, Le Recueil des Plus Celebres Atrologues de Simon de Phares,…

La disciplina externa de los académicos.

Lo que más preocupaba a la Iglesia era el potencial peligro en el tema de la teología que en el de la filosofía natural, y la mayoría de los ejemplos disciplinarios se relacionan con la primera. Estos sistemas fueron esencialmente procedimientos disciplinarios internos en las universidades y, como ya hemos visto, la sanción habitual era nada más retractarse del error y corregir la propia obra. Estos asuntos sólo traspasarían las fronteras de la universidad si existía una apelación o si el asunto se volvía demasiado notorio y ampliamente conocido, como por ejemplo, en el caso de los amalricianos de París, donde la enseñanza de un teólogo universitario amenazaba con producir una secta de herejes [1]. Como se mencionó antes, muchos académicos también eran miembros de las órdenes mendicantes, así que ellos también estaban bajo el gobierno de su orden y pudieron enfrentar procedimientos disciplinarios en ese sentido. El caso más famoso de esto fue el de Roger Bacon, quien parece haber sido recluido con los franciscanos [siendo él franciscano], por orden de sus superiores, por no haberles presentado su trabajo para revisión, antes de su publicación [2].

Los más temibles agentes de la disciplina eclesiástica medieval, los inquisidores, no parecen haber tenido un mayor papel involucrándose con los académicos que en algunos pocos casos. Si llegaba alguna palabra hasta los oídos del inquisidor local de que alguien estuviese enseñando opiniones heréticas, éste podría comenzar una investigación, si encontraba que tales rumores eran ciertos, hacía que tal profesor lo admitiese y renunciase a su error, antes de dictarle alguna penitencia. Como el inquisidor no era parte de la universidad, es probable que el caso ya hubiese adquirido algún grado de notoriedad, quizás debido a disputas o conferencias públicas, en cuyo caso habría llegado hasta sus oídos y estaría obligado a actuar.

El caso bien conocido de Cecco d’Ascoli ilustra la forma en que esto ocurría, pero también muestra muchas de las dificultades para hacerse una idea clara de lo que sucedió con exactitud. Los hechos se exponen en la condenación de Cecco, quien fue quemado en la hoguera en Florencia, el 15 de diciembre de 1327. Tres años antes había sido encontrado culpable de “expresiones contra la fe católica” por el inquisidor Lamberto del Cingulo, en Bolonia, donde Cecco era profesor, con el resultado de habérsele impuesto una multa, se le confiscaron sus libros, le fue prohibida la enseñanza y la práctica de la astrología. Desafortunadamente, la condena no menciona cuáles fueron estas expresiones, aunque autoridades posteriores, del inquisidor del siglo XV, Francisco Florentino, mencionan que él había enseñado y escrito que Jesús vivió y sufrió de la forma en que lo hizo, debido a que nació bajo la influencia de una estrella especial, la cual también había guiado a los reyes de Oriente [3]. Contrario a lo que Francisco insistió, Cecco no menciona ninguna de estas cosas en sus libros existentes, incluyendo los que fueron quemados junto con él, así que sus expresiones probablemente fueron realizadas de forma verbal, en conferencias. Como Cecco tampoco fue castigado con severidad, podemos asumir también que confesó y se retractó de sus errores. Sin embargo, su caso era el de una grave herejía ya que no pudo zafarse con una simple retractación, como la requerida en el caso de Blasio de Parma en 1396, cuando también fue apresado por “expresiones contra la fe católica” [4]. Cecco dejó Bolonia y se dirigió a Florencia, donde puntualmente desobedeció las indicaciones del inquisidor y se convirtió en el astrólogo de la corte de Jacobo de Brescia. Esta voluntariosa desobediencia inmediatamente lo marcó como hereje recalcitrante, y cuando se encontró delante del inquisidor florentino, Acursio, no es sorprendente que haya sido relajado al brazo secular. Como la hoguera era el destino que aguardaba a los reincidentes, la maquinaria judicial en este caso trabajó como se esperaba.

Los límites establecidos por la Iglesia en lo pertinente a la filosofía natural y la ciencia, parecen haber estado bien definidos y principalmente involucraban el evitar temas que pudiesen tener alguna implicación teológica. En astrología, estaba absolutamente prohibido afirmar cualquier modelo determinista, donde la influencia de las estrellas se opusiera o estorbara el libre uso de la moral o, como en el caso supuesto de Cecco, el elaborar horóscopos para Jesús. Los alquimistas tenían que evitar el fraude y no echar mano de adiciones, presumiblemente diabólicas, en los temas que trataban, conformándose a la bula de Juan XXII, Spondent quas non exhibent. En física, era correcto poner la mayoría de las cosas bajo las secundarias causas naturales [las primarias eran sobrenaturales], pero no estaba permitido afirmar que los milagros eran imposibles, tampoco estaba permitido afirmar una supuesta eternidad del mundo ni la existencia de otros mundos, lo cual la emparentaba con la cosmología y la metafísica, al tratar esto como hecho indiscutible; finalmente, nunca era aceptable afirmar que el mundo natural tuvo que llegar a ser sólo de la forma en que es, y que Dios no lo pudo crear de otra forma aunque lo hubiese deseado, o que El no podía alterar el orden natural a voluntad [5].

Existieron muchos controversialistas quienes hubiesen deseado que los límites hubiesen sido más estrictos, pero los puntos mencionados antes parecen haber sido parte de la posición más o menos uniforme del periodo en cuestión. Esto no significa que en todos los casos donde se traspasaban tales límites, el resultado fue siempre la persecución, o incluso la advertencia, sino que uno podía esperar mantenerse fuera de problemas si se permanecía dentro de los límites. Además, existía una gran variedad de fórmulas o procedimientos que permitían que se discutiera de forma manifiesta temas ampliamente prohibidos. Por ejemplo, mientras que estaba prohibido afirmar la existencia de universos diferentes, uno podía decir que Dios habría creado tales universos si lo hubiese deseado, y entonces discutir el tema ampliamente. De la misma manera, mediante la Cuestión, un formato común en los escritos académicos del tiempo y el equivalente escrito del Debate, se requería que uno ofreciera los argumentos de ambos lados o posiciones antes de establecer una respuesta, sin contradecir la fe [6]. Al utilizar estos medios, uno podía expresar tantas opiniones heterodoxas como quisiera y ofrecer los argumentos para éstas [dentro de los límites académicos]. Finalmente, un trabajo podía ser escrito con tal densidad y oscuridad de lenguaje que un censor nunca tendría la mínima idea de lo que realmente se querría decir, mientras que el acusado sólo tendría que decir que habría sido malinterpretado [7].

Notas:

Thijssen JMMH, Master Amalric and the Amalricians: Inquisitorial Procedure and the suppression of heresy ath the university of Paris,…
p. 952, vol. II, Sarton G., Introduction to the History od Science, Baltimore 1931
p. 690, vol IV, Thorndike L., History of Magic and experimental Science, New York,…
p. 258, Thorndike L., University Records and Life in the Middle Ages, New York 1971
p. 189, Grant E., God and Nature in the Middle Ages, Cambridge 2001
p. 107, Grant E., God and Nature in the Middle Ages, Cambridge 2001
p. 30, Thijssen JMMH, Censure and Heresy at the University of Paris, 1200-1400,…



El legado de la ciencia medieval.

La historia tradicional positivista de la ciencia siempre ha tendido a ignorar o denigrar los logros de los filósofos medievales y, siendo justos, ciertamente parece haber una diferencia radical entre los escolásticos y los proponentes de la nueva filosofía del siglo XVII. Aún así, los historiadores tendrían que aceptar que la forma en que este cambio sucedió, fue a través de una consciencia cada vez más generalizada de sus raíces en la Edad Media. La analogía del universo como una maquinaria, típica del mecanicismo filosófico de Descartes, aparece en Europa occidental en fechas tan tempranas como el siglo XI con Hugo de San Víctor [1]. Como hemos visto antes, Pierre Duhem vio en las condenaciones de 1277 el rechazo a la idea de que el universo tenía que ser de la manera en que Aristóteles lo había pensado, y el nacimiento de la consciencia que el universo [físico] debía ser determinado de forma empírica. El neoplatonismo de Copérnico y Kepler se desarrolló en Italia durante el Medioevo tardío, mientras que la insistencia sobre un universo inteligible y racional se puede encontrar en toda la filosofía natural escolástica.

Frecuentemente ha sido el caso que el debate se caracteriza por una polarización entre dos posiciones: entre la continuidad de la ciencia a través de la Edad Media hacia el periodo moderno temprano, y la revolución que marca un rompimiento decisivo con las tradiciones pasadas. A. C. Crombie es uno de los principales miembros de la escuela de la continuidad, rastreando el método experimental hasta Roberto Grosseteste y Roger Bacon. Edward Grant ve la construcción de la ciencia moderna sobre el sólido cimiento medieval, en la separación de la ciencia y la religión, en la racionalidad y la educación universitaria. La gran tentación de los proponentes de la continuidad, a la cual no todos se resisten, es leer en las ideas científicas modernas el trabajo de épocas antiguas. Por ejemplo, quizás Grant ve en el trabajo de Gregorio de Rímini (c. 1300-1358), sobre el infinito, el precursor de las teorías de Georg Cantor del siglo XIX, sobre números transfinitos [2]. Los comentarios de Roger Bacon sobre un experimento también han tendido a ser excesivamente enfatizados, especialmente cuando existe poca evidencia de que él alguna vez haya realizado algo en ese sentido, uno no desea llevar demasiado lejos estas críticas, sin embargo, es un hecho que dentro del ambiente académico de las universidades se produjeron la mayoría de los individuos quienes trabajaron en ciencia, en el periodo moderno temprano, incluso disponiendo esencialmente del syllabus medieval [3].

A pesar del gran volumen de estudios sobre la revolución científica, no existe conciliación en la respuesta a la cuestión de ¿por qué sucedió esto en Europa occidental en el siglo XVII y no en cualquier otro lugar o en una época anterior? Algunas teorías incluyen: la sugerencia del sociólogo Robert Merton que el Puritanismo proveyó las condiciones para la ciencia; el sistema de Thomas Kuhn de ciencia normal y revolución; la afirmación de Frances Yates dándole crédito a la magia hermética; Duhem y Stanley por la teología católica; y la disputa de Lynn White sobre la fuerza directriz suministrada por el cambio tecnológico. Ninguna teoría ha sido demostrada completa y satisfactoriamente, ya que todos tienden a ver sólo causas externas o internas, en lugar de una combinación de éstas. En cuanto al entorno exterior, la contribución medieval pudo haber consistido en la institución de la universidad, en la recepción del pensamiento griego y árabe y la visión del mundo a través de un Dios creador y racional. En cuanto al entorno interior, a la ciencia medieval, en el trabajo que se desarrollaba, criticando y descartando hipótesis, comenzado esto por los filósofos naturalistas escolásticos y que aún continúa.

Notas:

p. 104, Huff T., The Rise of early Modern Science, Cambridge 1995
p. 224, Grant E., God and Nature in the Middle Ages, Cambridge 2001
p. 209, Gascoigne J., A reappraisal of the role of the universities in the scientific revolution,…

Conclusión.

La filosofía natural, como fue concebida en las Facultades de Arte de las universidades, fue vista como un área de estudio esencial, por derecho propio y para abordar materias o temas superiores. Fue un campo independiente, separado de la teología [la filosofía natural, no la filosofía en general], y gozaba de mucha libertad intelectual, tanta como el mundo natural podía restringirle. Aunque se tomaban medidas si los filósofos naturalistas traspasaban los límites, los procedimientos disciplinarios de la Iglesia estaban destinados principalmente hacia los teólogos que incursionaban en áreas más peligrosas. En general, existía el apoyo de la religión hacia la ciencia natural a finales del Medioevo y el reconocimiento de que era un elemento importante del aprendizaje. La extensión en la que la ciencia medieval llevó directamente a la nueva filosofía de la revolución científica permanece como tema de debate, pero ciertamente tuvo una influencia significativa.

Bibliografía.
Boffio G “Perchè fu condannato al fuoco l’astrologo Cecco d’Ascoli?” Studi e Documenti di Storia e Diritto 20, 1899

Boudet, Jean-Paul (ed.) Le Recueil des Plus Celebres Astrologues de Simon de Phares Paris 1999

Courtenay, William “Inquiry and Inquisition: Academic Freedom in the Medieval Universities” Church History 58, 1989

Duhem Pierre, Pierre Essays on the History and Philosophy of Science (Ariew R and Barker P (trans.)) Indianopolis 1996

Ferngren L (ed.) Encyclopedia of the History of Science and Religion in the Western Tradition New York 2000

Feyerabend, Paul Against Method 3rd Ed, London 1993

Gibson, Strickland (ed.) Statvta Antiqva Vniversitatis Oxoniensis Oxford 1931

Grant, Edward “Late Medieval Thought, Copernicus and the Scientific Revolution” Journal of the History of Ideas 23:2 1962

Grant, Edward Foundations of Modern Science in the Middle Ages Cambridge 1996

Grant, Edward God and Nature in the Middle Ages Cambridge 2001

Huff, Toby The Rise of early Modern Science Cambridge 1995

Kuhn, Thomas The Structure of Scientific Revolutions 3rd Ed, Chicago 1996

Lindberg, David C and Westman, Richard (eds.) Reappraisals of the Scientific Revolution Cambridge 1990

Lindberg, David C (ed.) Science in the Middle Ages Chicago 1978

Molland AG “Medieval Ideas of Scientific Progress” Journal of the History of Ideas 39:4, 1978

Olby RC, Cantor GN, Christie JRR and Hodge HJS (eds.) Companion to the History of Modern Science London 1990

Rashdall, Hastings The Universities of Europe in the Middle Ages New Edition (Powicke FM and Emden AB (eds.)), 3 volumes, Oxford 1936

Sarton, George Introduction to the History of Science 3 volumes in 5, Baltimore 1931

Southern, Richard W Western Society and the Church in the Middle Ages London 1990

Thijssen JMMH “Master Amalric and the Amalricians: Inquisitorial Procedure and the Suppression of Heresy at the University of Paris” Speculum 71:1, 1996

Thijssen JMMH Censure and Heresy at the University of Paris: 1200 – 1400 Philadelphia 1998

Thijssen JMMH “1277 Revisited: A New Interpretation of the Doctrinal Investigations of Thomas Aquinas and Giles of Rome” Vivarium 34, 1997

Thorndike, Lynn History of Magic and Experimental Science 8 volumes, New York 1934 – 58

Thorndike, Lynn University Records and Life in the Middle Ages New York 1971

White, Andrew Dickson History of the Warfare of Science with Theology in Christendom 2 volumes, New York 1896

Traducción de Alejandro Villarreal de bibliaytradicion.wordpress.com

http://bibliaytradicion.wordpress.co...la-edad-media/

+++

Evangelio según San Juan 1,35-42.

Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos
y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.


Hosanna a ti, Creador del cosmos y de la vida


«Duc in altum» (Lc 5,4) dijo Cristo al apóstol Pedro en el Mar de Galilea. Jesús, después de haber hablado a la muchedumbre desde la barca de Simón, invitó al Apóstol a remar mar adentro para pescar: Duc in altum (Lc 5, 4). Pedro y los primeros compañeros confiaron en la palabra de Cristo y echaron las redes. Y habiéndolo hecho, recogieron una cantidad enorme de peces (Lc 5, 6). ¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre (Hb 13, 8).


gracias por venir a visitarnos

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia Comentario al Evangelio

Comentario al Evangelio de San Juan 2, Prol. ; PG 73, 192

«He aquí el Cordero de Dios»

Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Ya no es el tiempo de decir: "Preparad el camino del Señor" (Mt 3,3), ya que donde su llegada ha sido preparada, se deja ver: se presenta desarmado a las miradas de todos. La naturaleza del acontecimiento pide otro discurso: hay que dar a conocer al que está aquí, explicarse por qué descendió del cielo y vino hasta nosotros.

Por eso Juan declara: "He aquí el Cordero de Dios".

El profeta Isaías nos lo anunció diciendo que él "es llevado al matadero como una oveja, como un cordero mudo delante del esquilador" (Is 53,7). La Ley de Moisés lo prefiguró, pero... esta proporcionaba sólo una salvación incompleta y su misericordia no se extendía a todos los hombres. Entonces, hoy, el Cordero verdadero, representado antaño por símbolos, la víctima sin mancha, es llevado al matadero.

Esto es para desterrar el pecado del mundo, derribar al Exterminador de la tierra, destruir a la muerte muriendo por todos, quebrantar la maldición que nos golpeaba y poner fin a esta palabra: "Eres polvo y al polvo devolverás" (Gn 3,19). Llega a ser así, el segundo Adán, de origen celeste y no terrestre (1Co 15,47), es la fuente de todo bien para la humanidad, el camino que lleva al Reino de los cielos. Porque un solo Cordero murió por todos ellos, recobrando para Dios Padre, todo el rebaño de los que habitan la tierra. «Uno sólo murió por todos, «con el fin de someterlos a Dios"; «Uno sólo murió por todos» con el fin de ganarlos a todos, con el fin de que todos " los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos»(2Co 5,14-15).




http://www.conocereislaverdad.org/wb...ex.php?id=6467